Zurdo, católico, joven, negro, mujer, gay. Las etiquetas molestan. Es que tienen la indignante capacidad de resumir una larga lista de generalizaciones y mitos que en ocasiones distan bastante de la realidad.
En cuanto a los hombres gays, existe una percepción según la cual nuestra vida se centra en el sexo: es nuestra principal motivación, ocupa la mayor parte de nuestros pensamientos y lo practicamos todos los días, todo el tiempo.
Seguramente muchos hombres gays tienen una vida sexual muy activa. ¡Y eso está muy bien! Pero tenemos que conceder que, en tanto la diversidad es una maravillosa realidad, también hay hombres gays para los cuales el sexo no tiene la misma prioridad. Y eso también está bien.
El problema es que la percepción de los hombres gays como “criaturas súper sexuales” no solo se encuentra en la sociedad en general, sino también en nuestra propia comunidad. Y esta generalización puede afectar la identidad de aquellos que practican otro estilo de vida.
Más allá del mea culpa de la autoestima, también es cierto que el sexo no significa lo mismo para todos. Y aunque la industria del porno se empeñe en enseñarnos cómo debemos coger, existen muchas variantes, tantas como personas habitan este mundo.
Algunas personas, por ejemplo, no conciben un encuentro sexual sin que se produzca una penetración. Para otras, en cambio, tal vez el sexo se consume a través dos manos entrelazadas. ¿Es necesario definir el sexo? ¿Cuál es su forma? ¿Existe una sola?
Algunas personas, por ejemplo, no conciben un encuentro sexual sin que se produzca una penetración. Para otras, en cambio, tal vez el sexo se consume a través dos manos entrelazadas. ¿Es necesario definir el sexo? ¿Cuál es su forma? ¿Existe una sola?
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